Nov 22, 2006

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La infinitud en el barroco

El Barroco debe considerarse no como una degeneración en cuanto a los motivos y temas del Renacimiento, sino como una transformación y término de estos aspectos: "El Barroco, pues, se expresa con formas ajenas entablando una lucha con ellas, que es la base de ese gran drama que supone siempre el barroquismo, acabando con el equilibrio, la armonía, la claridad racional del clasicismo, haciéndole decir así a esas formas lo contrario de lo que por sí mismas representaban. [1] ”. Esta irrupción se lleva a cabo con un cierto grado de violencia y quiebre en cuanto a las construcciones renacentistas de origen culto.
Los motivos barrocos más importantes comprenden reflexiones sobre la vida, el hombre, el paso del tiempo y la trascendencia. Esto compone el tema fundamental del "todo es nada” [2] . En este mismo sentido, se intenta renunciar a las seducciones mundanas y llevar una vida que nos acerque a Dios. Existe una preocupación permanente por el paso del tiempo: el crecer de la muerte frente a la vida y el carácter pasajero de la existencia.
El concepto tiempo-eternidad que maneja el Barroco es una proyección sicológica del sentimiento del infinito como tiempo en el espacio, esto supone la sensación de infinitud espacial y el hombre que se desenvuelve entre lo infinitamente grande (Dios) y lo infinitamente pequeño ( lo material). En relación a esto el movimiento emplea una técnica de contraste denominada claroscuro, que resulta "adecuada a esta época oscura, pero iluminada de fe” [3] Este claroscuro se presenta también en un plano metafísico, en cuanto el hombre es incapaz de conocer la verdadera realidad. Esto desencadena el motivo del mundo como teatro, donde el mundo existiría en calidad de un escenario finito que manifiesta lo infinito. En este contexto "Dios actúa como director de escena y los actores han de representar sus respectivos papeles sin estar muy seguros del éxito final” [4] .
Ya que toda representación supone la sorpresa, participan los motivos de intrusión en los secretos e intimidades del otro, y surge el observador como espía que mira a escondidas esta representación que no necesariamente es inocente, principalmente en cuanto a su veracidad. Surge la figura del curioso, argumento central de la novela intercalada en El Quijote, "El Curioso Impertinente”. Es justamente la curiosidad de don Felipe motivada por los relatos de Cardenio lo que lo lleva a conocer a la prometida de su amigo, lo que desencadena en última instancia la tragedia que ya conocemos.
Otro motivo, muy relacionado con lo anterior, es el de la metamorfosis y el disfraz, como advierte Hatzfeld donde encontramos la figura típica de la mujer vestida como hombre, que analizaremos más adelante en Dorotea, quien aparece en Sierra Morena disfrazada del sexo opuesto, buscando en esa metamorfosis una cura a sus dolores. Sabemos que en casi la cuarta parte de las obras de Lope aparece el disfraz varonil de la mujer, también fue utilizado por Tirso de Molina, y por supuesto, por Cervantes en sus obras teatrales.
Todo esto se enmarca en la relación problemática del artista, atraído por la realidad, donde juegan importantes papeles los motivos ya referidos. El artista barroco se encuentra escindido entre dos planos que se contraponen: por una parte, y en su verticalidad, un movimiento que se desarrolla en una ascensión hacia lo espiritual y trascendente (místico). Sin embrago, se siente cautivado por otro impulso que corre en dirección horizontal hacia lo terreno, la vida y la naturaleza (tema que de cierta forma el Renacimiento ha tratado de manera superficial). "Esta atracción por lo humano individual, por la naturaleza y por la realidad toda, es lo que nos explica el extraordinario enriquecimiento de la temática artística y literaria del Barroco” [5] . Cobra especial importancia lo sensorial, y en su exacerbación lo sensual [6] . El artista pone el acento no ya en la idealización, sino en la vida misma, en su proximidad con la existencia, que contempla y goza, sin censurar ya la fealdad, lo grotesco, más allá de la belleza formal o las jerarquías sociales.

Extraido de: "La problemática barroca en el Quijote de 1605: Figura y representación de la mujer", por Carolina Brown y Daniela Picón; disponible en Cyber Humanitatis Nº 31 (Invierno de 2004) - http://www.cyberhumanitatis.uchile.cl/CDA/texto_simple2/0,1255,SCID%253D14071%2526ISID%253D499,00.html


[1] Orozco, Emilio. Manierismo y Barroco.
[2] Algunos de sus exponentes son: Santa Teresa de Jesús y Calderón de la Barca.
[3] Hatzfeld, Helmut: Estudios sobre el Barroco.
[4] Hatzfeld, Helmut: Estudios sobre el Barroco
[5] Orozco, Emilio. Manierismo y Barroco.
[6] Orozco señala: "No es extraño, aunque sí paradójico, el que el artista resalte con vigor lo finito y concreto de toda la realidad visible, al mismo tiempo que descubre, como nunca, su relación y depender de lo eterno”.

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