“Terminar de leer El Quijote”, se vuelve una frase imposible. Como la realización del sueño de Roland Barthes, sólo podríamos hablar del Quijote si asumimos que se trata de un fenómeno cultural cuyo estatus como clásico se logró por su naturaleza múltiple y heteróclita. Al inventarse autores y lectores ficticios, al pretender la realidad de su propia ficción, Cervantes y su personaje adquieren roles intercambiables. Así, no sólo El Quijote trastoca toda posible oposición entre ficción y realidad, sino también aquella entre autores, personajes y lectores. No leemos El Quijote, lo escribimos, siempre, infinitamente. Como lo diría Barthes, el fin del texto sólo llegaría con el fin de nuestra vida. En el ínterin, lo que nos queda es leer, escribiendo, rescribiendo, estableciendo conexiones, olvidándonos de algún día alcanzar lo por naturaleza inalcanzable.
http://www.sinaloa.gob.mx/Revistas/DIFOCUR/Literal/2semestre2005/Del+texto+ecribible.htm
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